El diario de Arantza: Pasión y lujuria de una bibliotecaria

Arantza siempre había sido una bibliotecaria ejemplar, sus gafas de montura gruesa y su cabello recogido en un moño ajustado no dejaban entrever los deseos ardientes que se escondían detrás de su fachada conservadora. Pero cuando el reloj marcaba el cierre de la biblioteca, el diario de aquella tímida mujer se abría para revelar un mundo de pasión y lujuria inimaginables. Una noche, mientras ordenaba libros en la sección de literatura erótica, un ejemplar en particular cayó a sus pies. Era una novela de romance prohibido y deseo insaciable que despertó en Arantza una curiosidad que nunca había sentido.  Cada palabra que leía, la transportaba a un mundo donde ella era la protagonista. Se masturbaba sin cesar y todas las sensaciones de placer en su cuerpo la hacían olvidar de la realidad monótona y aburrida como bibliotecaria. La creencia popular dice, los martes 13 ni te cases ni te embarques; sin embargo, algo estaba por ocurrir ese día. 

En la mañana, entra un nuevo usuario, que comienza a recorrer cada rincón de la biblioteca y dejó para el final el lobby donde se encontraba Arantza. 

– Buenos días, me llamo Samuel, soy periodista. Estoy buscando un material muy especial, sobre literatura erótica. Un manuscrito original que me dijeron que estaba aquí, su autor es el Marqués de Sade. –

La bibliotecaria no podía creerlo, alguien sabía de la existencia del compendio de esos escritos y pues, requiere de trámites burocráticos para poder tan solo mirarlo. Sin embargo, ella estaba dispuesta a colaborar sin tantos rodeos. 

– Hola, usted sabe que ese manuscrito es un material delicado. ¿Qué finalidad tiene con ello? –

Hubo un silencio prolongado, mientras un intercambio de miradas reflejaba una atracción inminente. Arantza supo que él era la encarnación de sus fantasías y, por su parte, Samuel estaba impactado. Aquella bibliotecaria era la musa erótica con la que tenía semanas soñando por todo el tema de la investigación sobre la obra del Marqués de Sade.

Hagamos un paréntesis en este relato delicioso: recuerda que si buscas masajes con sexo, estás en el sitio indicado. Ahora, sigamos con Arantxa…

Esos 30 segundos de silencio fueron eternos. A lo que él responde – estoy en un trabajo de investigación para una revista y me urge tomarle unas fotografías al documento original, ¿podrías apoyarme con esto? –

Después de pensarlo durante medio minuto más, ella accede y lo hace pasar. A Samuel le daba mucho morbo escuchar la pisada de los tacones de Arantza, pues, él estaba detrás de ella y podía ver el movimiento de sus caderas y lo grande de su culo con esos pantalones ajustados.  Después de caminar un laberinto angosto y llegar al área de las reliquias de la biblioteca, Arantza le muestra el documento. Además, le dice que tome las fotos pronto para salir de esa zona restringida, no quiere inconvenientes con su supervisor.  La tensión sexual era palpable, solo el roce de sus manos durante las fotografías, transmitía el deseo y una necesidad urgente de devorarse como salvajes.  Arantza quiso tomar su diario; pero cambió de opinión. Fue directo a tocar la espalda de Samuel y no hubo vuelta atrás. Los besos fueron el inicio de una ardua faena sexual entre ambos. Él susurraba que ella era la mujer de sus sueños húmedos y ella decía cógeme como si no hubiera mañana.  Tantas semanas de fantasías y ella se desahogaba con sus manos en la concha y a su vez escribiendo en el diario. Arantza se arrodilló para darle una mamada memorable a su pija dura y caliente, lo chupaba con fuerza y delicadeza a la vez. Ella se dejaba llevar por él y gozaban ambos de una garganta profunda, como si se tratase de una película pornográfica. Al final ella se tomó su leche calentita y ahora Samuel tomaría las riendas para continuar.  Arantza, posada sobre el escritorio, se voltea para estar en cuatro, él la empieza a penetrar una y otra vez. Sus gemidos y su humedad eran evidencia que lo estaba disfrutando, perdieron la noción del tiempo, hasta que se dejaron arrastrar por sus múltiples orgasmos.   Ambos reaccionaron y se dieron cuenta que habían pasado 45 minutos desde que pasaron por el laberinto, las fotografías y una faena orgásmica.  No hubo contratiempos ni conflictos por infringir las reglas del recinto. Ahora, la biblioteca se transformó en su santuario de éxtasis, donde cada rincón escondía un secreto de su doble vida.  En la mesa de lectura, entre los pasillos de libros y en el silencio de la sección de archivos, Arantza y su amante periodista exploraban los límites de su pasión.

¡Qué suerte! El martes 13 fue un día lleno de acción sin aburrimientos para una bibliotecaria y un periodista, ambos cachondos. Orgulloso se debería sentirse el Marqués de Sade, cuya obra sigue propiciando encuentros entre amantes y se mantiene vigente, al igual que el Kamasutra.