Sexo en el teatro Óscar
En el corazón capitalino de Santiago se haya el pequeño Óscar, un antiguo teatro donde convergen un sinfín de artistas que escapan del guion impuesto de su vida real.
Al encenderse los reflectores y subir el telón, comienza a fluir la magia de cada personaje con diversos matices, podrás sentirte identificado con cada uno de ellos o, por el contrario, te indignarás con su proceder.
Mathias es un espectador fiel y visitante del recinto, es uno de sus pasatiempos preferidos. Después de la jornada en el bufete de abogados, él se refugia en las funciones de teatro, es su manera de encontrar alivio y paz en medio de tanta injusticia.
El leal visitante tiene una vida solitaria; sin embargo, de manera religiosa todos los jueves a la medianoche espera a Beatriz – su amante clandestina – para entregarse a la lujuria y a los placeres en las tablas del escenario del Teatro Óscar.
Han pasado seis meses de aquel primer encuentro. Todo se dio de manera muy extraña y alocada, por así llamarlo. La actriz lo contemplaba como un fanático fiel en todas las funciones e incluso ella veía su regocijo al culminar la obra.
Una noche como cualquier otra, Mathías estaba por retirarse. Beatriz, decide abordarlo y lo invita a quedarse en el escenario. Él traía consigo un par de botellas de vino tinto, ella se encargó de conseguir unas copas de cristal en utilería y solo era una conversación entre dos devotos del teatro, que luego terminó en un juego de seducción que hasta ahora no tiene fin.
Nadie del equipo sabía de esos encuentros posteriores a todas las funciones de los jueves. Ellos ya conocían la forma de camuflarse en las instalaciones por pasadizos secretos cuando todos se retiraban.
A Mathías y a Beatriz se les hacía muy excitante poder hacer su propia obra de teatro pornográfica sin guiones, solo llevando todo el deseo y lujuria que emanaba de sus cuerpos. Se sabían comprender muy bien en las tablas que ha sido su cama improvisada por toda esta temporada.
A él le gusta desplegar los caminos hacia su monte de venus y deleitarse como un sediento de sus mieles, explorar con sus dedos la humedad de su vagina y juguetear con ella, disfrutaba ver a Beatriz revolcarse de placer y rogarle que la penetrara con su verga dura y caliente.
Luego de cabalgar como una vaquera experta y sentir como gozaba su hombre, ella aplica una técnica sorpresa para él conocida como “cangrejera”. Son las contracciones de los músculos de la vagina de manera muy intensa, que casi igualan al sexo oral.
Pues, después de semejante sesión, ambos se corrieron de manera simultánea. Quedando agotados por la intensidad del momento y sintiéndose relajados y felices en pleno escenario del teatro.
Ellos a cada encuentro le añadían un ingrediente nuevo para ir más allá de lo imposible. Juegos de sumisión y dominio, masajes eróticos, garganta profunda, vibradores, lubricantes, posiciones y variantes del kamasutra, entre otros.
En una oportunidad, Marcos (el guionista) los agarró en fragancia en plena posición del 69. Resulta que perdieron la noción del tiempo y le dio las siete de la mañana.
Él les dice a ambos – No paren, sigan en lo suyo. Yo iré a mi oficina a revisar los libretos –.
Beatriz ha querido cumplir una fantasía erótica desde hace mucho, ella le grita, – no te vayas, quédate y disfruta la función –.
Mathías, con una sonrisa perversa, le dio morbo las palabras de su diosa. Tuvo una erección más contundente y su chica empieza a lamerle su pija como si se tratase de un rico manjar.
Marcos se disfruta todo lo que está viendo y empieza a bajarse la cremallera de su pantalón, es evidente la excitación que hay en él.
El vouyerismo es una de sus formas favoritas de disfrutar el sexo y en un teatro se hizo más alucinante la experiencia para él. Solo que por primera vez tenía el consentimiento de la pareja a quien miraba en su faena amatoria y sin dudarlo empezó a masturbarse.
Beatriz le susurra a Mathías que era el momento ideal para hacer un trío. Él dio su consentimiento y estaba dispuesto a sumar más versatilidad al encuentro.
El espectador fiel, pregunta - ¿Marcos, te gustaría unirte a la fiesta? -
Él no pudo negarse a los encantos de Beatriz. Subió al escenario y dijo, ¡mujer, déjame sentir tu aroma a hembra!, te voy a coger tan duro, que vas a rogar por más.
Ella, entre risas y excitación, sentía como las manos del guionista acariciaban sus pezones, tocaban su culo, una forma diferente a Mathías; pero le gustaba.
Luego, Beatriz toma el control y expresó en un grito, ¡quiero que me cojan los dos! Marcos, toma mi concha y tú amore mío, mi culo. Es tuyo.
Las caras de ellos reflejaban ansiedad y asombro, era su primera vez en una experiencia tan bizarra.
Pues, aquella actriz se dejó llevar por las embestidas de dos hombres a la vez, sintiendo un placer jamás imaginado. Sus gemidos y pidiendo más… tenían a aquellos dos caballeros activos, ante las insaciables ganas de Beatriz. Cada uno pudo alcanzar múltiples orgasmos, exhaustos y risueños.
Las paredes del Teatro Óscar de la capital siguen siendo testigo silencioso de los encuentros entre Mathías y Beatriz. Donde en ocasiones, se suma a un invitado de turno, que se une al juego de ellos, con la mayor discreción y la certeza de que la van a pasar muy bien.
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